Se formó el ciclón Patricia, amenazó las costas
cercanas a Cabo Corrientes, llegó a categoría 5 con vientos superiores a 320
km/hr y finalmente entró por una región poco poblada.
Eventualmente sabremos que los poblados situados en
la trayectoria de Patricia habrán
sufrido daños terribles tanto en el patrimonio de los lugareños como en la
infraestructura de servicios. CFE y las Juntas de Agua tendrán la tarea de
restablecer dichos servicios públicos y la sociedad entera, encabezada por el
gobierno, de ayudar a los afectados.
Durante todo el preámbulo y mientras el meteoro
entraba a tierra, el gobierno se comportó a la altura. Advirtió del peligro del
tremendo huracán y tomó las providencias para disminuir su efecto en caso de
que entrara por centros poblados mayores. Un aplauso.
La naturaleza no tiene intenciones ni es buena ni
mala, sino solamente es. Así tomemos al Patricia. Que no entró por Vallarta o
Manzanillo, tuvimos suerte. No debemos felicitarnos que entró por pequeños
poblados, los daños sobre estos hermanos serán mayores. Solamente debemos
sentir alivio que no fue peor.
El gobierno estuvo bien. Informó, no mintió y
sorpresivamente le creímos y le hicimos caso. No nos gusta que nos den
instrucciones y usualmente no le creemos porque nos han mentido demasiado luego
es realmente un evento que festejar que en esta ocasión sucedieron tres cosas
de mérito. Una, que no mintieron, el huracán era terrible; dos, que se tomaron
precauciones; y tres que le creímos al gobierno. Felicidades a gobierno y
sociedad.
Recuerdo dos incidentes en que la información del
gobierno era equivocada. Uno, el maremoto que inundaría Mazatlán ocasionado por
un terremoto en Alaska cuyos efectos viajando a más de 700 km/hr ya habrían
pasado cuando el Gobierno del Estado evacuó playas de Sinaloa. Dos, el error de
pronosticar el desplazamiento del huracán Ismael. Los ciclones viajan, cuando
van rápido a 15 a 20 km/hr, el Ismael al desbaratarse convirtió su energía en
velocidad de desplazamiento y se movió a 60 km/hr. Tomó descuidado a los
pescadores que creían tener mucho más tiempo de resguardarse cuando les
avisaran adónde iba el ciclón. Desde luego que les ordenaron que dejaran de
pescar y se refugiaran pero no hicieron caso porque el estilo del gobierno es
eliminar la posibilidad de responsabilidad exagerando el peligro y esa falta de
precisión ocasiona que no le creamos.
El gobierno también estuvo bien cuando difundió la
alarma de la influenza que amenazaba al país. El terrible virus B era real y se
informó debidamente a la población y tomaron las precauciones debidas.
Ojalá estos ejemplos sirvan de punto de partida para procurar
la información apropiada, para difundirla y poder ser más certeros en las
advertencias y las medidas.
Necesitamos que nuestros gobernantes recuperen
credibilidad que también se pierde diciendo mentiras después de los hechos.
Si por precaución apago la energía eléctrica en Puerto
Vallarta y el ciclón no entra allí sino por pueblos más al sur. Si Vallarta
tiene el 90% de la población de la región y una vez pasado el ciclón de nuevo
prendo la luz en Vallarta: no es cierto que restituí la luz en 90% de la región
afectada. Por dar estas noticias es que se dice que: “Hay verdades, medias
verdades, mentiras y estadísticas.”