Tormenta de noche sobre Culiacán. De día la tormenta la ponemos nosotros.

Tormenta de noche sobre Culiacán. De día la tormenta la ponemos nosotros.
De día, la tormenta la ponemos nosotros.

martes, 12 de febrero de 2008

Años de escuela. Cuarto de primaria

De septiembre de 1943 a junio de 1944 estuve en cuarto año de primaria. Desconozco por qué cuarto año se considera un lapso tranquilo mientras que tercero y quinto son difíciles. En fin, así es. La regla de tres se vuelve proporcionalmente inversa y algo más difícil, la gramática algo tediosa, interesante la geografía y la historia nacional es un deleite.
La Guerra seguía, las derrotas de las fuerzas del Eje continúan y el resultado de la lucha ya está definido sin embargo siguen las cruentas batallas. En todo el frente ruso los alemanes están en retirada. Los B17, llamados fortalezas, a diario surcan los cielos destrozando las ciudades alemanas. Desde julio del 43 los aliados desembarcan y toman Sicilia. Italia se rinde incondicionalmente y en enero de 1944 los aliados desembarcan en la costa cercana a Roma y en varios puntos del extremo sur de la bota italiana. Los japoneses siguen replegándose en el Pacífico. La guerra, si alguna vez lo tuvo, pierde sentido. El Eje está derrotado pero tienen esperanzas en armas milagrosas que tienen en desarrollo. El tiempo que transcurre es una carrera tecnológica para ver quién inventa nuevas armas de destrucción masiva. Los alemanes bombardean Londres con cohetes V1 y V2 y se adelantan en hacer funcionar aviones de turbina, los jets. Se empieza a especular quién inventará la bomba atómica. En junio de 1944 los aliados desembarcan en Normandía para avanzar sobre Berlín mientras los rusos aplastan toda resistencia alemana a sus avances masivos sobre el mismo objetivo.
Los “simulacros” fueron otra más de nuestras ridiculeces. Sobre el techo del entonces edifico del Ayuntamiento, ahora el Museo de Arte de Sinaloa, Masin, sonaba una sirena después de oscurecer. De qué tamaño sería Culiacán que todos escuchaban la sirena y procedían a apagar la iluminación de las casas para que los aviones que bombardearían la ciudad no la vieran y se fueran de paso. Desde luego se sabía que el objetivo del programa era una entelequia en tanto el alcance de los aviones de la época hacía imposible el supuesto bombardeo, entonces: ¿Para qué el programa? ¿Para qué los apagones con inspectores recorriendo las calles para asegurar su cumplimiento?
Por primera vez en mi vida estoy cerca de un evento en extremo vergonzante. Un maestro del colegio es expulsado acusado de manosear a sus alumnos. Todos sabemos de qué se trata pero el tema se evade en las conversaciones familiares. Yo era cajero de la banda de guerra, la compañía de niños de mayor edad y de preadolescentes nos iba enseñando, con la desinformación que deben suponer, lo que no debíamos saber. Así era, con los padres el tema era tabú. Entre los niños el asunto del maestro expulsado estaba lleno de misterio y de morbo. La mayoría teníamos de 9 a 10 años de edad.
En este tiempo, o en el año anterior, me cambié de barrio. Acosado por los Güemez y los Gamez que invadían la esquina del Santuario, a media cuadra de mi casa, buscando pleito y a los que yo tenía que hacer frente con muy malos resultados, me empiezo a reunir con la palomilla de Rosales y Morelos. Amado Blancarte, Humberto Lizárraga, Oscar Armienta y Antonio Amézquita son los más grandes, de mi edad mi primo Enrique y Àlvaro, hermano de Amado, y más jóvenes Eduardo Valenzuela y Jaime Díaz. Somos partidarios del Eje, desde luego, pero ya cuesta trabajo reírnos de las películas de propaganda gringas.
La otra conversación recurrente era la violencia en nuestro estado. El 21 de febrero de 1944, en el Carnaval de Mazatlán, es asesinado el gobernador del Estado Coronel Rodolfo T. Loaiza. Se arresta, acusa y sentencia a Rodolfo Valdez, alias El Gitano, como autor del crimen pero luego surgen versiones desmintiendo la versión oficial. Que Valdez estaba afuera platicando cuando se oyeron los balazos, que fue otro el que disparó, que no fue por líos de tierras del Sur del estado sino por diferencias políticas del gobernador cardenista con el gobierno de Ávila Camacho, etc. etc.
En cualquier oportunidad aparecen los guantes de box y dejamos de tirar golpes en remolino para adelantar con la izquierda y cruzar con la derecha, bailar sobre la punta de los pies buscando la apertura del contrario pero apoyarte en ellos para golpear. Las peleas ya no son cuestión de furia sino de agilidad, de técnica y de astucia.
La comida que se acostumbraba era sencilla. De cena no era raro que te sirvieran una ración de cuchara de cocina de frijoles, sobre ellos un pedazo de asadera y una ración similar de quelites. A la noche siguiente la cena sería los mismos frijoles y asadera con la cucharada de colache o verdolagas al siguiente día o mochomos los días de fiesta y ya. Té de canela o de manzanilla para acompañarlos. Les garantizo, además, que en casa comíamos comparativamente muy bien. Si les da coraje o me desmienten es que tienen muchos tamarindos en la cabeza o mala memoria.
Jugábamos con trompos, baleros y canicas. Las más comunes de estas eran las llamadas cementos hechas con arcilla horneada. Lo más rústico y corriente que podrías imaginar. Un juego frecuente era aplanar una ficha y perforarle dos hoyos cerca del centro, con sendos hilos pasados de lados a lado y tomados de los extremos se aflojaban y se enredaba la rondana torciendo los hilos, estirándolos después se hacía girar la rondana. Imaginen qué tanto habría que hacer en el Culiacán pobre de antes de la presa de Sanalona que pasábamos largos ratos viendo girar la ficha aplanada. Otro juego era hacer un gancho en el extremo de un alambre y empujar un aro de rueda de bicicleta corriendo tras ella.
Al caminar por las aceras, en domingo por la tarde, de todas las casas salía de las radios la música tétrica de un órgano y enseguida una cavernosa voz anunciando el programa: “Nadie sabe, nadie supo del verdadero caso de la azucena envenenada” Subía la música y después de desquiciada carcajada, el remate: “El Monje Loco sabe”.